Siglo XIX. Llanuras de Texas. Los estadounidenses se desplazan a este territorio en busca de tierras baratas donde poder progresar. Desde que fue colonizada por España en 1690 hasta la victoria de México en 1821, Texas había sido reconocido como un país ganadero convirtiéndose en uno de los principales motores económicos. Pero los estadounidenses no fueron solos.
En 1825, los afroamericanos representaban un 25 por ciento de la población en Texas, solo quince años más tarde esta cifra aumentó un 30 por ciento más. En una ferviente legislación condecorada por los Estados Confederados que defendía la legalidad de la esclavitud en la región sur condicionada en gran medida por una economía dependiente de la agricultura, el ganado y los campos de algodón. La gran dedicación de los afroamericanos protagonizó años dorados en las finanzas texanas. Cuando la Guerra Civil estalló muchos estadounidenses se unieron a luchar al frente dejando a los esclavos al cuidado de las reses. En 1863 la orden ejecutiva de la Proclamación de Emancipación emitida por el presidente Abraham Lincoln cambia el estatus de aquellos subrogados. El fin de la esclavitud había llegado.
Los sucesos del devenir de la historia habían capacitado a los afroamericanos de importantes capacidades en la ganadería. Después de la guerra, nuevas oportunidades de trabajo se celebraron. Los rancheros encontraron fortuna en la venta de su ganado a los estados del norte, donde la carne de res era un bien exclusivo y escaso. El transporte de los animales necesitaba de jinetes aventajados, vaqueros que atravesaron senderos en duras travesías. Estos vaqueros afroamericanos afrontaban la discriminación residente en cada una de las ciudades por las que cruzaban en sus largos caminos. Prohibiciones que iban desde denegar el cobijo en las posadas o la negación de servir ningún plato en las cantinas, impedimentos que hacían más costosa su andanza.
Corazones afroamericanos de latido western
Aunque historiadores han confirmado que uno de cada cuatro vaqueros era negro, poco se conoce de este legado. No obstante, algunas de estos corazones afroamericanos de latido western han resistido al olvido. En Corbeto’s Boots queremos rendir homenaje a sus voces, por eso acercamos las pisadas de sus botas a nuestros lectores.
Bill Pickett
Nacido en 1870, muy joven abandonó la escuela para servir en el rancho, donde aprendió a montar a caballo para no bajar nunca de la montura. En el condado se le reconocía por sus acrobacias ganando varios premios en ferias nacionales. Creador de la técnica bulldogging o steer wrestling, la habilidad de agarrar al ganado por los cuernos para someterlo al suelo. Su gran destreza fue capturada por el séptimo arte apareciendo en películas como The Bull-Dogger y The Crimson Skull. Pickett fue el primer negro homenajeado en el Salón de la fama del Rodeo Nacional.
Cleo Hearn
Modelo en eventos comerciales con marcas tan reconocidas como Ford, Pepsi-Cola y Levi’s. Se le reconoce como el primer afroamericano en interpretar el icónico Marlboro Man. A la escasa edad de los 16 años, a Hearn se le denegó la entrada al rodeo de su ciudad natal Seminole en Oklahoma. Sin duda una decisión nada acertada. Unos años más tarde se convertía en el primer vaquero negro en ganar uno de los grandes rodeos del país. Además, fue el primer afroamericano en asistir a la universidad con una beca de rodeo.
Bose Ikard
Nacido como esclavo en Summerville, Carolina del Sur, pronto se mudaría junto a su familia a Texas. Rastreador, ranchero y vaquero fue uno de los pioneros que participó en las primeras cruzadas de la Goodnight–Loving Trail. La ruta por donde el ganado era conducido desde Texas a Horsehead Crossing, Colorado o Denver.
Nat Love
Love nació y creció en una plantación en Tennesse. Fue después de la Guerra cuando Love se desplazó a Texas y encontró empleo como cowboy donde acabaría conduciendo reses desde Texas a Dakota del Sur. De gran habilidad en la doma, fue el primer hombre que ganó seis pruebas seguidas dentro del mismo rodeo: rope, throw, tie, bridle, saddle y bronco riding.
Moda vaquera: Un homenaje a los intrépidos
Entre el patrimonio heredado de estos pioneros una pieza esencial es la moda vaquera. Sus gestas inspiran a los diseñadores desde hace décadas. Sombreros, camisas, botas o chamarras se combinan para formar un auténtico look cowboy.
Para no perder el rastro de la huella de la historia, las botas camperas son un estupendo atuendo. De media caña o caña alta, de piel de vacuno, de piel de cabra o de cuero, lisas o con un precioso bordado, sea cual sea tu estilo las botas vaqueras son un complemento ideal para todos los días del año.
Para lucir como un auténtico texano los sombreros son una prenda de distinción entre los amantes del estilo western. Los modelos Cattleman de pliegue tradicional transportan a otras épocas y presentan una corona más alta pero más estrecha en los pliegues de los lados. La singularidad de su diseño servía de resguardo a fuertes rachas de lluvia y de viento que los vaqueros encontraban en su camino. Pañuelos, cinturones y hebillas tampoco pueden faltar en este viaje al pasado. A las entrañas del profundo horizonte americano. Para revivir la historia que nunca debe ser olvidada.